La predisposición genética a la obesidad podría reducirse sustancialmente gracias a un estilo de vida físicamente activo según una nueva investigación, dirigida por Ruth Loos, de la Unidad de Investigación Médica del Consejo de Epidemiología de en Cambridge (Reino Unido), y publicada en PLoS Medicine.
Los investigadores encontraron que el efecto del gen FTO sobre el riesgo de obesidad es casi un 30% más débil entre aquellas personas que desarrollan actividad física que en los adultos inactivos.
Este hallazgo puede tener importantes implicaciones desde un punto de vista de salud pública ya que cuestiona la idea generalizada de que la obesidad está en los genes y que no es susceptible a los cambios en el estilo de vida. Por el contrario, este estudio muestra que incluso aquellos con predisposición genética pueden reducir su riesgo de padecer obesidad gracias a una mayor la actividad física.
MÁS DE 300.000
Los autores realizaron una revisión sobre distintos trabajos que habían analizado la función del gen FTO. Con una metodología innovadora analizaron los datos de más de 218.000 adultos, y verificaron que, en general, ser el portador de una copia del gen FTO incrementa el riesgo de ser obeso. Sin embargo, el efecto del gen FTO sobre el riesgo de obesidad era un 27% menos pronunciado en las personas que eran físicamente activas (1,22 veces) en comparación con aquellas que eran físicamente inactivas (1,30 veces).
«La actividad física es una forma efectiva de controlar el peso corporal, particularmente en individuos con una predisposición genética a la obesidad tanto, que contrasta con la visión determinista que tienen muchos de que las influencias genéticas son inmodificables», señalan los investigadores.
Autor: R. I.
Fuente: ABC Periódico Electrónico S.A.
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