Pruebas diagnósticas y prevención de malformaciones en el embarazo

Como norma general, para el diagnóstico de las malformaciones fetales se realizan dos ecografías.

La primera en la semana 12, cuando finaliza el primer trimestre de gestación. Con esta prueba se hace una evaluación anatómica y se mide la translucencia nucal, también conocido como pliegue nucal. “Todos los fetos en ese tiempo tienen un líquido acumulado en la nuca y se sabe que a más líquido ahí, mayor es el riesgo de cromosomopatías. Esta medición se hace y se combina en un programa informático con la edad de la embarazada y con los resultados de unos análisis de sangre, que también se hace por este tiempo, en los que se miden dos proteínas en la sangre de la embarazada. Todo ello se mete en un programa de ordenador y te dice el riesgo de tener un hijo con síndrome de Down y si el riesgo es alto, entonces se le hace una amniocentesis o una biopsia corial“, explica el doctor Jose Luís Bartha, jefe de ginecología y obstetricia del hospital La Paz de Madrid.

La segunda ecografía se realiza justo a la mitad del embarazo, en la semana 20 de la gestación, para chequear la anatomía de todos los órganos. “Hasta un 60, un 80 por ciento de las anomalías estructurales se pueden diagnosticar por ecografía, sobre todo cuando el defecto es grande”, puntualiza el doctor Bartha.

Al margen de las pruebas de control de la gestación, Eva Bermejo, científico titular del Instituto de Salud Carlos III, insiste en que “es importante recalcar que para favorecer que los niños nazcan sanos, la mujer, y su pareja, desde el momento en que deciden tener un hijo, deben comportarse como si ya hubieran confirmado el embarazo, abandonando cualquier tipo de hábitos tóxicos [como alcohol, tabaco, drogas, etc], teniendo una alimentación equilibrada, iniciando la mujer la suplementación con ácido fólico, extremando ambos las medidas de prevención de riesgos laborales y acudiendo al médico, si es posible, antes de la concepción, con el fin de planificar el embarazo con el facultativo, para que éste pueda valorar y controlar posibles enfermedades [tanto en el hombre como en la mujer], de modo que éstas afecten lo menos posible al futuro hijo. Es importante también planificar las gestaciones en las edades de menor riesgo [de los 22 a los 35 años]”.

En esta misma línea, Dolores Saavedra, especialista en genética clínica de Genyca, hace hincapié en que “hay un síndrome que es el de alcohol fetal que no debería de existir nunca. No debería existir ni un caso de esos porque una mujer en el momento que sepa que está embarazada no debería probar el alcohol”, insiste.

El diagnóstico precoz ha avanzado mucho en las últimas décadas. Incluso, “hay enfermedades que se pueden si no tratar y curar por completo, si paliar en la vida intrauterina”, señala el jefe de ginecología de La Paz, aunque insiste en la peligrosidad de estos procedimientos porque “son invasivos, comportan el tener que introducir agujas o fetoscopios y se pueden romper las membranas o la bolsa, o se puede poner la mujer de parto. Por eso, se realizan sólo en aquellas circunstancias en las que es tanto el riesgo que corre el feto por el problema que tienen que si no se hiciera nada, entonces se moriría o quedarían lesiones permanentes muy importantes. Se asume el riesgo que comporta estos procedimientos con tal de mejorar el pronóstico de los niños”.

Los especialistas insisten en que es muy importante que las embarazadas realicen las visitas periódicas al ginecólogo y consultan con él cualquier duda que pueda tener durante el embarazo.

Por su parte el Instituto de Salud Carlos III, a través de laFundación 1000, pone a disposición de los facultativos unas ‘Hojas Propositus’ en las que se da información sobre determinadas exposiciones que pueden tener lugar durante el embarazo y que generan mucha preocupación, como por ejemplo los rayos x o distintos tratamientos farmacológicos. Unas hojas que también pueden ser consultadas por las embarazadas.

Fuente: http://www.zoomnews.es/